A los 89 años muere Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay

La información fue confirmada por el actual mandatario uruguayo, Yamandú Orsi. Mujica reveló hace casi un año que padecía cáncer.

Camilo Espinoza

La muerte de José “Pepe” Mujica, confirmada oficialmente este martes por el presidente uruguayo Yamandú Orsi, marca el fin de una de las figuras más emblemáticas y queridas de la política latinoamericana contemporánea. A los 89 años, Mujica falleció en su chacra de Rincón del Cerro, el mismo lugar donde vivió buena parte de su vida, cultivando la sobriedad como estilo y como mensaje político. “Hasta acá llegué”, había dicho en enero. Su voz ya era la de un hombre cansado pero lúcido, que se preparaba para irse con la misma franqueza con la que vivió.


🇺🇾 “Me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido y le di un sentido a mi vida”, declaró en octubre pasado a El País, mientras enfrentaba las duras secuelas de la radioterapia contra el cáncer que afectó primero su esófago y luego su hígado. Su batalla contra la enfermedad fue la última de muchas. Mujica sobrevivió a seis disparos, a la tortura, al aislamiento extremo en prisión y al olvido, para emerger como uno de los líderes más carismáticos y singulares del siglo XXI.


🌿 Mujica había enfrentado un cáncer agresivo que lo obligó a someterse a 31 sesiones de radioterapia. “Lo hicieron mierda [al cáncer], pero me dejaron un agujero así”, contaba, describiendo con sus dedos una figura del tamaño de una naranja. Aunque el tratamiento fue eficaz en un principio, las secuelas lo dejaron sin energía ni apetito. En sus últimos meses, evitó apariciones públicas, con la excepción de su presencia en el cierre de campaña del ahora presidente Yamandú Orsi, donde expresó su entusiasmo por dejar su legado político en manos jóvenes. “Viví con sobriedad, porque cuanto más tenés, menos feliz sos”, les dijo.


La vida de Pepe Mujica


⚒️ José Alberto Mujica Cordano nació en 1935 en Paso de la Arena, un barrio rural de Montevideo. Hijo de una madre horticultora y un padre estanciero que murió cuando él tenía seis años, desde muy joven abrazó causas sociales. A los 14 años ya marchaba por mejoras salariales. En 1964 se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana. Fue detenido cuatro veces y logró escapar dos; el más recordado, en 1971, junto a 106 compañeros, a través de un túnel cavado durante meses en la cárcel de Punta Carretas.


🕳️ En 1972 fue recapturado y pasó a ser uno de los “nueve rehenes” de la dictadura militar, encerrado durante diez años en condiciones extremas. “Estuve siete años encerrado en una pieza más chica que esta. Sin un libro, sin nada para leer”, relató en su última entrevista. Para mantenerse cuerdo, domesticó ranas, alimentó ratones y repasó mentalmente lecturas de juventud. De aquel encierro salió con graves problemas de salud, incluyendo la pérdida de un riñón, pero con una nueva visión de vida. “La necesidad de existir lo lleva a uno a pensar y repensar”, decía.


🏡 Tras su liberación en 1985, Mujica volvió a la vida política y a su chacra. Fue electo diputado en 1994, senador en 1999 y presidente en 2010 con casi el 55% de los votos. Vivió en su casa rural hasta el final, con su inseparable perra Manuela y su esposa Lucía Topolansky, también militante tupamara, senadora y vicepresidenta. “Si estoy vivo es porque está ella”, dijo Mujica poco antes de morir. La pareja, que se conoció durante una operación clandestina, mantuvo una relación que resistió años de cárcel y represión.


🎥 Su historia de reclusión fue retratada en la película La noche de 12 años, de Álvaro Brechner. Mujica no se victimizaba, pero advertía: “Nos tocó pelear con la locura… Y triunfamos: no quedamos lelos”. En su biografía escrita por Miguel Ángel Campodónico, reafirmaba esa postura: “No soy afecto a hablar de la tortura… Hay que aprender a seguir viviendo”. Rechazó utilizar el poder para vengarse de sus torturadores: “Opto por una posición más inteligente y menos sentimental… Dios me libre”.


💬 Como presidente, Mujica impulsó reformas que posicionaron a Uruguay como vanguardia en América Latina: legalizó el aborto, el matrimonio igualitario y la marihuana. Su discurso fue austero y siempre crítico del consumismo. “Dicen que soy un presidente pobre. Pobres son los que precisan mucho. Yo aprendí a vivir liviano de equipaje”, le dijo al rey Juan Carlos de Borbón en una de sus visitas. Su modo de vida contrastaba con la de otros mandatarios, lo que captó la atención de medios y líderes internacionales.


📜 En 2018, Mujica dejó el Senado y anunció su retiro de la política activa. Sin embargo, continuó militando y brindando entrevistas ocasionales hasta que, en sus palabras, “ya terminó mi ciclo”. En su última voluntad, pidió morir en su chacra, bajo la secuoya donde descansan los restos de su perra Manuela. “Sinceramente, me estoy muriendo y el guerrero tiene derecho a su descanso”, dijo al semanario Búsqueda. En su despedida, dejó claro que no buscaba estatuas ni bronces. “Los hombres no hacemos historia, hacemos historieta”, sentenció con humildad.


🧠 Su visión filosófica de la vida lo llevó a rechazar la idea de trascendencia personal. En sus palabras finales, reflexionó sobre la libertad como un derecho a “boludear” y sobre la importancia de la moral en un mundo cada vez más marcado por el consumo. Mujica murió fiel a sí mismo, con sus ideas intactas y su legado sembrado en una generación que lo ve como ejemplo de coherencia y humanidad.