Israel está perdiendo la batalla mediática, pero no le importa (y nunca le ha importado)

El historiador Adriano Rivadeneira analiza el momento actual de la guerra Israel-Hamás tras el cese al fuego.

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Camilo Espinoza
Por Adriano Rivadeneira, historiador

El choque en el conflicto Hamás-Israel es brutal, y eso que aún no ha sucedido.


Podemos especular un poco, porque en realidad nadie sabe cuántos milicianos de Hamas siguen vivos, pero sí sabemos que Israel ocupó todo el norte de la Franja de Gaza y que existe la posibilidad que los 35 mil milicianos, bien armados y entrenados de Hamás, se hayan ido al sur a través de esta red ultra sofisticada de 500 kilómetros de túneles.


En efecto, el choque militar entre las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y Hamas no ha ocurrido aún.


No se sabe cuántos de estos milicianos han muerto bajo los bombardeos israelíes, sabemos solo los números de las víctimas civiles.


Por lo menos la sospecha que esto acaba de empezar sigue vigente.

Este asunto debemos superponerlo a la negociación sobre los rehenes, guiada por Qatar, que quizás permita la liberación de un número consistente de civiles israelíes, NNA y mujeres, que siguen en manos de los carniceros de Hamas a cambio de un cese al fuego.


Ocurre que Israel aceptó hoy un cese al fuego que durará un tiempo muy acotado. De hecho, Netanyahu ya advirtió que la “guerra continuará después del alto el fuego”.


Este es el único hilo diplomático que existe hoy, sumado a la otra negociación que la administración Biden está tejiendo para el Postguerra en Gaza: que los países árabes moderados y la Unión Europea asignen a la autoridad Palestina reconocida y semi-tal el gobierno de Gaza, a lo que Netanyahu ya dijo que no.


Estas negociaciones no van en paralelo con las operaciones de combate y guerra en terreno. Van superpuestas, porque en ese "abajo" de Gaza, en esos túneles, están los rehenes y es ahí donde Israel quiere llevar el combate. Además, porque ese bajo tierra es el único lugar bajo control efectivo de Hamas.


Podría ser una increíble trampa, pero tampoco podemos pensar que la IDF sea ingenua. Para los israelíes es una situación Win-Win.


Si ocupa los túneles y saca con vida los rehenes, todo habrá tenido sentido. Si no lo logra y los rehenes mueren, Hamas será una organización monstruosa y horrible, y será abandonada por los pocos que aun la apoyan.

Agreguemos un par de parámetros para entender mejor qué ocurre:


Israel está perdiendo la guerra desde una perspectiva táctica. Pero la está ganando desde una perspectiva estratégica.


O sea: la guerra sigue, por lo cual no podemos sacar conclusiones, aparte la obviedad de la violación de DD.HH. y los crímenes de guerra, que son evidentes.


Israel está perdiendo su guerra táctica porque mediáticamente nunca tiene la pelota. Algo parecido a lo que le ocurre a Rusia en Ucrania (hay que señalar que Israel, desde el '67, no gana la batalla mediática, así que tampoco podemos hablar de una novedad).

Pongamos un ejemplo: la foto de equipo en el Parlamento de Gaza. Objetivamente, es un error observar esa foto y pensar que eso signifique "victoria".


El poder de Hamas no está ahí, sino estaríamos pensando en un quiltro entre la Chiapas Zapatista en México y una micro democracia suiza. Israel muestra una humillación, eso sí, de una institucionalidad improbable, incluso infantil.


Entonces, foto estéril si se busca un resultado concreto.


En un plano estratégico, Israel está ganando, en el sentido que Irán, apoyando y coordinando el ataque del 7 de octubre, quería desarmar los acuerdos de Abraham. Y estos, más allá de una pausa, siguen en pie.


Y, sobre todo, Irán no está logrando lo que quería: que las poblaciones árabes se rebelaran contra sus respectivos regímenes, para renegar los acuerdos con Israel. Esto porque, lo digo de manera estúpida, a nadie del mundo árabe le cae bien Hamas.


Entonces, la posición de Israel, respecto este gran plan regional, importantísimo para el futuro de la normalización de las relaciones entre Israel y su entorno árabe, sigue, intacto.

Importante: Este es un pacto Anti-Irán, que quede claro, y que quede claro también que Hamas es un brazo de Irán.


Repito: Esta columna no quiere apuntar el dedo contra Israel por los crímenes de guerra que ha cometido hasta ahora, ni las violaciones de DD.HH evidentes, o contra Hamas por haber jugado fútbol con las cabezas de las personas decapitadas el 7 de octubre.


La guerra entre Israel y Hamas es existencial, por lo menos mediáticamente, veremos si en términos fácticos.


Para entender el tipo de comunicación que se está utilizando es necesario entrar en esta visión del conflicto, tenemos que cruzar esta puerta.


Hamas lanza el pogromo del 7 de octubre con el fin de demostrar con la sangre de los israelíes la capacidad de destruir el Estado de Israel y de matar a todos los judíos del mundo: esta es su razón existencial.


Israel responde con una campaña militar cuyo fin declarado es aniquilar Hamas. Entonces es una batalla por la existencia. Consecuentemente, la comunicación de ambas partes es feroz.


Los milicianos de Hamas difunden sus brutalidades enviando los videos a las familias de sus víctimas, a través de sus celulares, para difundir el terror entre los civiles todos.


O sea: "estamos llegando, morirán todos así".


¿Cuál es la respuesta de Israel? Ocupar cada centímetro de Gaza y destrozar partes de la ciudad, hospitales, centros de refugiados. O sea, la masacre que estamos viendo, para decirle a Hamas que dejará de existir.


La comunicación de Israel está basada en una frase que cada comandante y soldado israelí repite: "aprendimos a hablar árabe".


O sea, "nosotros hablamos con ustedes exactamente a como ustedes hablan con nosotros".

Entonces, mediáticamente, estas fotos del parlamento de Gaza ocupado y los videos motivacionales estilo Call of Duty, no están dirigidos hacia Occidente, tampoco al público árabe, ni a los civiles de Israel, ni a los civiles de Gaza, que son las víctimas de todo. Están dirigidos a Hamas.


Y el mensaje es: "¿Ustedes querían destruirnos? Nosotros los estamos destruyendo".


Es mucho más que ocupar edificios institucionales de Gaza, es algo filosófico: Yo controlo y soy cada pedacito de tierra donde tú pensabas ser.


Desafortunadamente, estamos muy lejos de que esto termine.