Las nuevas generaciones y el golpe: Ex asesor cultural de Allende lanza potente reflexión sobre los 50 años

Ariel Dorfman escribió un artículo para The Nation preguntándose cómo será recordado el 11 de septiembre por las generaciones futuras.

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Lucas Soller

Ariel Dorfman, destacado escritor y activista de los derechos humanos argentino, chileno y estadounidense, publicó una potente reflexión sobre los 50 años del golpe de Estado en la revista norteamericana The Nation.


El ex asesor cultural de Salvador Allende compartió sus propias observaciones sobre la tragedia que afectó a Chile y cómo este episodio histórico influenció la política y la sociedad, no solo en Chile, sino en todo el mundo.

Dorfman parte relatando los hechos inmediatamente posteriores a la muerte de Allende:


"Exactamente a las 13:50 horas del 11 de septiembre de 1973, el general Javier Palacios envió un sucinto mensaje de seis palabras desde el palacio presidencial de La Moneda en Santiago de Chile a sus superiores en las Fuerzas Armadas que, esa misma mañana, habían lanzado un golpe de Estado contra el gobierno democráticamente electo del presidente Salvador Allende".


Sus palabras fueron: "Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto".

A su juicio, ese gesto puso fin a "uno de los experimentos sociales y políticos más fascinantes del siglo 20: el intento de Allende y su coalición Unidad Popular de partidos de izquierda para construir el socialismo sin recurrir a la violencia".


"La violencia que Allende había tratado de evitar fue visitada ferozmente en el edificio donde había tomado su última posición en defensa de la dignidad y la democracia", plantea.


Dorfman plantea que aún no puede superar ese hecho político. "Ese fue nuestro pecado. Haber participado, durante los mil días del gobierno de Allende, en un proceso de liberación nacional y empoderamiento popular que había recuperado para la nación sus recursos naturales, implementado una reforma agraria que dio a los campesinos la tierra que sus antepasados habían trabajado durante siglos, responsabilizó a los trabajadores y empleados de las fábricas y bancos donde trabajaban, y creó una transformación cultural volcánica que trajo millones de libros extremadamente baratos a lectores penuriosos", puntualizó.

El nuevo Chile (y el nuevo mundo)


Dorfman plantea que el golpe de Estado en Chile tuvo muchas implicancias a nivel global.


En Italia y Francia se adoptó la idea de que las reformas radicales requieren una gran mayoría, y hacer alianzas con las clases medias y sus representantes.


Por otro lado, los sandinistas en Nicaragua o las guerrillas en Colombia, llegaron a la conclusión opuesta: "solo participando en una lucha armada prolongada podría garantizarse un cambio real".

El texto concluye enumerando cosas buenas: El plebiscito del 88, la transición democrática, las comisiones de verdad y reconciliación. Sin embargo, "aún no hemos sanado", declara.


En ese contexto, cierra con una pregunta sobre cómo recordarán el golpe de Estado las generaciones futuras.


"Apuesto a que será el foto icónica de La Moneda quemándose, con enormes oleadas de humo emergiendo del edificio sitiado. Tal vez la mayoría vea esa imagen como una advertencia de que la democracia es precaria y puede ser socavada lentamente y luego, un día, destruida", lamenta.